jueves, noviembre 08, 2012

POEMA ( I )



Campo de Burgos


Sobre la tarde lacustre
en la añeja borda que inclina
mi espalda apoyada, vagan
la luz de las garzas
y el atento mirar - forma
tersa, ecuestre -,
en esta hora directa.

Como la hierba escondida
entre las chinas que apenas
en el año favorable apunta
su capa grácil,
así es mi vida.

Parece llover en el fondo de los ojos;                             se nota una propensión a la quietud,
recogerse en el ámbito hogareño
y a lo sumo hojear, de refilón,
la revista ilustrada.

Qué hubo en esa edad. Algo
hosco, removiente, forzándome a dejar
lo que tenido parecía poco,
llevando mi absurdo aspecto
a la justa parcial que dirime
el claro privilegio.

Tal parece el resultado.
No hablar de fracaso, quizá
simple hastío, resumiendo, inútil
permanencia. Como en los cuentos:
retornar a casa, comprobar
si el perro aún te sabe,
sacar la silla, pedir la lumbre
y echar una partida.
De ahora en adelante
con eso basta.  

( 1970 )   

[ Francisco Ferrer Lerín - La Hora Oval; 1971 - y en Ciudad Propia, Poesía autorizada; 2006 ]






2 comentarios:

  1. Las garzas reales son buenas carroñeras; acuden a comer las truchas muertas que retiran a diario de una piscifactoría cercana al río Aragón.

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