jueves, noviembre 08, 2012

POEMA ( II )

Asturias, quince de Agosto

Me veo bajo la sombra de los muertos
donde beben las cañadas y se asoman,
busto enhiesto, las chiquillas del barrio,
donde caza el alcotán en el estío
sobre el chapoteo de los canes.

Me hallo en la grieta de la vida,
en la grieta de las tumbas comunales
que mancillan la cuaresma - calenturas
moradas y elevadas almas -.

No sé aún de qué se hundió
la losa manifiesta que aguantando
mis arrobas brilló en la añada.

Quedé atrás de las perdidas pugnas,
retirado del corral en que lucía
mis atributos de hombre, para ceder,
puesto a puesto, mi lugar,
resignado y yerto.

Qué importa ya el color de los campos.
Trazo con mis manos la alegoría del mundo:
el baile de mi alma - alegre
desde la dorada cuna -, las mozas
acosadas en las fuentes y el aire
que festivo precedía mi concierto.

Cierro en fin mis ojos cadavéricos - tapa
de vidrio roto -, me remuevo
en el fondo, ligeramente apartando
mis helados compañeros.

Negra está la noche.                                                    
Lejos quedan los tazones humeantes,
la mano de la novia en mayo
y la amigable estancia.

Hasta perdí el olfato campesino
y el hábil tacto que mesura
bajo la bordada colcha
la quebrada hora.

Olvidaron mi acento.
Borrada la andadura
quemaron mi nombre.

( 1970 )

 [ Francisco Ferrer Lerín - La Hora oval; 1971 - y en Ciudad propia, Poesía autorizada; 2006)]

POEMA ( I )



Campo de Burgos


Sobre la tarde lacustre
en la añeja borda que inclina
mi espalda apoyada, vagan
la luz de las garzas
y el atento mirar - forma
tersa, ecuestre -,
en esta hora directa.

Como la hierba escondida
entre las chinas que apenas
en el año favorable apunta
su capa grácil,
así es mi vida.

Parece llover en el fondo de los ojos;                             se nota una propensión a la quietud,
recogerse en el ámbito hogareño
y a lo sumo hojear, de refilón,
la revista ilustrada.

Qué hubo en esa edad. Algo
hosco, removiente, forzándome a dejar
lo que tenido parecía poco,
llevando mi absurdo aspecto
a la justa parcial que dirime
el claro privilegio.

Tal parece el resultado.
No hablar de fracaso, quizá
simple hastío, resumiendo, inútil
permanencia. Como en los cuentos:
retornar a casa, comprobar
si el perro aún te sabe,
sacar la silla, pedir la lumbre
y echar una partida.
De ahora en adelante
con eso basta.  

( 1970 )   

[ Francisco Ferrer Lerín - La Hora Oval; 1971 - y en Ciudad Propia, Poesía autorizada; 2006 ]






sábado, noviembre 03, 2012

CANNAS

     

      En   " Escenas después de la batalla " . Libro XXII.52.  LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA -
                                                                TITO LIVIO-


         " ... a algunos encontraron tendidos incluso vivos con los muslos y corvas cortados ofreciendo la cerviz y el cuello e invitando a que le sacaran el resto de la sangre; se encontraron a algunos con la cabeza metida bajo tierra, pareciendo que habían sido ellos mismos quienes habían cavado fosas y metiendo la cara se habían echado tierra encima para cortarse la respiración. Atrajo especialmente a todos un númida vivo quitado de debajo de un romano muerto echado encima con la nariz y las orejas cortadas, pues al tener las manos inútiles para coger el dardo, convirtió su ira en rabia y expiró despedazando al enemigo con los dientes. "
 ( Manejando la edición de Alianza editorial- Clásicos de Grecia y Roma, ed de Juan Fernández Valverde y Antonio Ramírez de Verger, concretamente, pags.236-237. - La cursiva es mía).

       Pues nada. Me gustaría que alguien pudiera aclarar con más nitidez la bucólica escena. Sobretodo la curiosa relación que pudiera existir entre las narices y orejas cortadas con el despedazamiento mediante mordiscos. En principio, interpreto al negro , debajo -  desarmado de artificial objeto -, dotado sin embargo de tan fenomenales armas naturales, que haciendo un buen uso de ellas - raudas , furiosas y hábiles dentelladas - le permiten trocear  al menos en parte al desventurado romano - ya muerto, supongo- que yacía encima del mastodonte africano.
 Pero no queda muy claro quien estaba vivo y quien muerto, así como tampoco acaba de aclararse quien estaba encima y quien debajo , ni tampoco, en fin, de quien eran las orejas, narices, dientes o dardos ni tampoco en que medida estaban ausentes de sus correspondientes cuerpos...


                                      

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